Silvia:
hilado de color y tradición
El Cauca es un destino diverso de historia y tradición. Así se evidencia en el municipio de Silvia, donde el tejido, el color y los martes de mercado son una fiesta para el pueblo y sus visitantes. Fotorreportaje de un lugar donde se hila para la vida.
Por: Angélica Aley
Viajar el Cauca permite conocer la ancestralidad de los pueblos, los detalles humildes de su gente, la diversidad cultural en la que viven y ofrecen sin prevención a quienes los visitan. Aquí, en el valle interandino de la cordillera central de Colombia, se encuentra Silvia, un municipio del Cauca conformado por seis resguardos indígenas: Ambaló, Guambía, Kisgó, Pitayó, Quichaya y Tumburao, además de la zona campesina y el casco urbano.
Actualmente, Silvia es uno de los sitios turísticos más visitados. Ha guardado en sus calles la antigüedad de su arquitectura por más de 100 años y los visitantes recorren largos caminos a caballo y suelen bañarse en las lagunas donde nacieron “los hijos del agua” o los primeros Misak, como ellos lo mencionan en sus historias. Este municipio ofrece exóticos paisajes que muchos deciden recorrer en chiva, un medio de transporte tradicional en el Cauca que permite experimentar sensaciones, percibir olores y quizás, en alguna parada, disfrutar de la cocina típica.
Silvia cuenta, además, con espacios esplendorosos. El martes se viste de colores: la plaza principal es una fiesta que contagia a propios y visitantes. Dentro de la plaza salen los diablillos con tamboras y flautas, mientras las manos campesinas y trabajadoras venden en uno de los mercados más frescos y llamativos de la región.
El diablillo más pequeño carga al niño Jesús y recorre la plaza mientras otro pone a bailar a la gente arrancándole una sonrisa y una moneda. Todo ahí es tan fresco, tan llamativo y tan festivo que es fácil contagiarse de los que cantan y bailan al ritmo de la chirimía, de las sonrisas doradas de los hombres y las mujeres silvianas.
Y así, todos los martes llegan las chivas, los carros y las motos a la cabecera de este municipio. Aquí se abastecen las familias de los resguardos y las de muchos lugares cercanos que se regalan la oportunidad de vivir un intercambio de saberes y de objetos hechos a mano, muchos de estos elaborados por mujeres que plasman con cada detalle y cada color un recuerdo de su tradición. Así puede verse en las manillas, collares, llaveros o en las mochilas que representan una pieza única hilada y terminada.